Es difícil siquiera imaginar un cambio cultural completo en Colombia, tanto más difícil es creer que en Colombia algún día habrá un cambio cultural total, para que por arte de magia nos convirtamos en un país tolerante, racional y capaz de tener compasión colectiva que tanto bien nos haría. Pero, sí de alguna manera podría comenzar a darse ese cambio cultural tan necesario es por parte de los líderes empresariales y creativos, quienes con sus empresas, proyectos y alcance tienen capacidad de influencia en sus empleados, seguidores y colaboradores. Por eso aunque suene incómodo para algunos, en este momento es imprescindible que desde arriba comencemos a considerar la posibilidad de cambiar la perspectiva, o al menos aumentar la diversidad de miradas en torno al progreso.
El miedo a cambiar
En Colombia existe una narrativa hegemónica tradicional muy feudalista y arribista en torno a la riqueza y a la propiedad, aunque no nos guste admitirlo. Muchos de los grandes capitales que existen hasta la fecha pueden rastrearse casi hasta las épocas de la independencia y de la misma manera a muchos de los gamonales políticos e industriales que le han dado la cara actual a Colombia. Finalmente, en las últimas 3 o 4 décadas ha existido una innegable influencia de las maneras más o menos ilegales de hacer negocios y política, impulsada por varios gobiernos de derecha que han normalizado el uso de
narrativas excluyentes e intolerantes modelando incluso el lenguaje de las clases más pudientes e influyentes de Colombia.
Es por eso que hasta hace muy poco era casi imposible desafiar la monolítica narrativa de hacer negocios en Colombia, que aún se apoyaba en dogmas trasnochados del siglo pasado como el Trickle Down o la exención de impuestos a los grandes capitales con el fin de “crear más empleos”. Un ambiente que socialmente fue esculpido con retóricas violentas donde a ningún empresario o profesional se le podía ocurrir diferir del camino por el que iba el país.
Es por eso que en espacios de negocios, cócteles profesionales o redes como LinkedIn, la gente se siente incómoda cuando se suscitan diálogos en torno a políticas o ideologías que afectan la economía y al empresariado. En esos casos existen dos posibilidades, quienes escogen la ceguera voluntaria y prefieren asumir que la política nada tiene que ver con los negocios o, el ataque frontal a cualquier persona que se atreva a intentar pensar diferente.
Perder el miedo a opinar diferente
Cambiar la perspectiva en un país como Colombia es un ejercicio complejo, pues para lograrlo hay que romper con muchos influjos culturales, comunicativos y fácticos arrolladores, casi imposibles de comprender. Lo cual nos deja ante la necesidad primaria de cambiar las narrativas desde la raíz, mirando directamente a los hechos sin pasar por los análisis que los medios masivos hacen fieles a sus intereses, propietarios y amigos. Por eso se hace necesario hacer ejercicios intelectuales alejados de lo que digan los periodistas de medios radiales o escritos que siguen empeñados en defender un status quo que encubre la corrupción y el narcotráfico que logró corromper todas las instituciones en Colombia.
No es esto un llamado a la uniformidad en torno al progresismo, pues sería un despropósito, pero sí es una celebración de que por primera vez podemos opinar diferente. Porque además es muy necesario pensar diferente, multiplicar las perspectivas de análisis y las posibilidades de progreso, pues como ciudadanos y empresarios, aquí no estamos para defender ideologías sino para crear riqueza individual y ojalá colectiva.
Atreverse a Proponer
En este punto crucial de nuestra historia, el desafío no es solo identificar los problemas, sino también atrevernos a proponer soluciones audaces y creativas. Colombia está en un momento de inflexión, donde está claro que las viejas recetas no funcionaron y se necesita una nueva visión para enfrentar los desafíos del siglo XXI. Es hora de que los líderes empresariales, creativos y políticos den un paso adelante con propuestas innovadoras que busquen no solo el beneficio económico, sino también el bienestar social y ambiental.
Proponer implica riesgos, sí, pero también abre la puerta a oportunidades inimaginables. Es el momento de experimentar con modelos de negocio que integren sostenibilidad, equidad y tecnología, creando un ecosistema empresarial tanto rentable como responsable. Debemos explorar nuevas formas de colaboración entre el sector privado, el gobierno y la sociedad civil, buscando sinergias que potencien el desarrollo integral del país.
La reindustrialización de Colombia, por ejemplo, no debe ser solo un cambio en la estructura productiva, sino también una oportunidad para innovar en cómo hacemos negocios, cómo tratamos a nuestros empleados y cómo contribuimos a la comunidad. Es una oportunidad para que las empresas se conviertan en motores de cambio social, liderando con el ejemplo y demostrando que es posible prosperar mientras se construye una sociedad más justa y sostenible.
En Corinto Insights, nos atrevemos a proponer y a ser parte de esta transformación. Invitamos a otros a unirse a nosotros en este viaje, compartiendo ideas, desafiando el status quo y trabajando juntos hacia un futuro en el que Colombia no solo crezca económicamente, sino que también florezca como una sociedad más equitativa y sostenible. Porque, al final del día, el verdadero progreso se mide no solo en cifras económicas, sino en la calidad de vida de cada colombiano.