No hace mucho tiempo, imaginarse a un presidente Colombiano, que fuera a la ONU o a Washington para hablar de una nueva política de drogas, transición energética, disminuir sanciones a Venezuela, e incluso de un nuevo modelo económico para el mundo, donde para comenzar podría canjearse deuda por acción climática para que los países pobres tomen un pequeño respiro financiero; todo parecería como una completa locura. Además, que ese presidente fuera recibido con honores y no pocos halagos por el Presidente Joe Biden, alucinante. No, eso solo podía pasarle por la cabeza a un hippie en medio de un festival. Y como si no fuera suficiente Biden ofreciera 500 millones de Dolares para invertir en el cuidado del amazonas, todo un delirium tremens. Pero sucedió el 20 de Abril de 2023.
Entre tantas cosas que se dijeron en las declaraciones oficiales difundidas con un video producido y editado por la Casa Blanca en redes sociales, Biden mencionó con una sonrisa enorme, “el nuevo siglo de relaciones de ambos países”. Eso en Colombia, un país donde por tantas décadas los gringos han metido las manos, en muchos aspectos, e influido en su política interna es claramente un alivio. Nueva escena: el tío Sam soltando la soga, al menos por un rato. Y alivia, porque ayuda a ver al uribismo cada vez más lejos en el espejo retrovisor.
Esta visita es histórica. El peso de la historia confluyó para que un presidente Colombiano progresista coincidiera en varios puntos fundamentales con un gobierno centrista tecnocrata en Estados Unidos. En los dos casos, cambios sustanciales innegables en los discursos que marcan ese nuevo siglo del relaciones entre ambos paises. El responsable, Gustavo Petro que se las ingenió en una suma de coherencia, oratoria y momentum para posicionarse como un líder mundial y que además conoce las necesidades de Estados Unidos, y esta jugando muy bien sus cartas. Por todo lo anterior no sobra, decir que el gobierno anterior sí mostraba todos los síntomas de tener una política exterior disfuncional, agonizante y que solo se definía por oscuros intereses.
Sin embargo, más alla de las fotos, las palabras y los elogios, esto debe tomarse con cautela. Por un lado, porque los planes de Petro son monumentales y segundo, porque los estadounidenses nunca muestran todas sus cartas y aunque algunos analistas han dicho que América Latina no es importante para Estados Unidos, queremos disentir, por el contrario, hoy más que nunca Estados Unidos necesita a sus vecinos. El giro hacia la multipolaridad hace que América Latina, rica en todo tipo de recursos, sea un objetivo geoestratégico para todas las potencias internacionales. Y lo más impresionante es que por primera vez, en el ajedrez geopolítico, Colombia no es una ficha en el tablero; Petro ha logrado posicionarse como un jugador.
