La propuesta de reestructurar el sistema financiero global mediante el intercambio de deuda extranjera por acción climática está ganando fuerza entre los actores clave. La idea del presidente colombiano Gustavo Petro ha captado la atención de la Unión Europea (UE), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y los Estados Unidos, quienes muestran disposición para explorar y discutir su potencial. Esta publicación de blog examina los desarrollos recientes y las implicaciones de esta propuesta innovadora.
La apertura y contribución financiera de la UE
La UE ha expresado su disposición a considerar y participar en discusiones sobre la propuesta de intercambio de deuda por acción climática. El comisario europeo de Medioambiente, Virginijus Sinkevicius, afirmó que la UE no se opone a la idea y enfatizó la necesidad de establecer bases técnicas e iniciar las conversaciones necesarias. Estas declaraciones se realizaron después de su reunión con el presidente Petro durante la reunión preparatoria de la Cumbre Amazónica en Leticia, donde se reconoció el fuerte compromiso de Colombia con la propuesta. Además, la UE ha prometido una contribución financiera de 20 millones de euros durante los próximos cinco años para mejorar la capacidad de los países de la Cuenca Amazónica para mitigar las emisiones de CO2 y adaptarse a los efectos del cambio climático.
El interés de la Administración Biden:
La Administración Biden en los Estados Unidos también ha mostrado un gran interés en promover este debate. Durante la visita del presidente Petro a Washington D.C., se reveló que el presidente Joe Biden se sintió personalmente representado por la propuesta. Biden ya había abogado por una idea similar hace décadas para abordar otro problema, y expresó entusiasmo por llevar la propuesta al FMI para hacerla realidad. Una transformación de este tipo en el mundo, donde la deuda pública se intercambia por acción climática, tendría consecuencias de gran alcance.
La familiaridad del FMI con los intercambios de deuda
Los intercambios de deuda por acción climática y naturaleza no son completamente nuevos para el Fondo Monetario Internacional. El blog del FMI destaca el objetivo de liberar recursos fiscales para que los gobiernos puedan fortalecer su capacidad de respuesta sin desencadenar crisis fiscales o comprometer otras prioridades de desarrollo. Los acreedores ofrecen alivio de la deuda a cambio de compromisos por parte de los gobiernos, como la descarbonización de la economía, la inversión en infraestructura resiliente al clima o la protección de la biodiversidad en bosques y arrecifes. Este mecanismo promueve la acción climática y protege la naturaleza cuando esta no habría sido posible sin el intercambio de deuda. Además, la reducción de la deuda más allá de los nuevos compromisos de gasto brinda alivio fiscal a los prestatarios mediante ahorros presupuestarios. También pueden surgir otros beneficios, como una mejora en la calificación crediticia de la deuda soberana, lo que reduce el costo del endeudamiento público. Los intercambios de deuda también tienen el potencial de generar ingresos para los países con una valiosa biodiversidad o sumideros de carbono al cobrar a otros por proteger estos bienes públicos mundiales.
La magnitud de la inversión
El presidente Petro destacó la importante inversión necesaria para abordar la crisis climática. En la reunión de París, los presidentes africanos subrayaron la necesidad de invertir 3,3 billones de dólares anuales para salvar el planeta y superar la crisis climática. Petro enfatizó que alcanzar esta ambiciosa cifra requeriría una transformación del sistema de deuda global. Al alinear los esfuerzos de los países en un plan integral de acción climática, no solo podemos abordar la crisis, sino también estimular la recuperación económica.
La propuesta de intercambiar deuda por acción climática ha captado la atención de actores clave, como la UE, el FMI y los Estados Unidos. La apertura y contribución financiera de la UE, junto con el interés del presidente Biden, indican el potencial de discusiones y avances significativos. El concepto de intercambios de deuda por acción climática y naturaleza no es completamente nuevo, y el FMI reconoce sus beneficios al liberar recursos fiscales y proteger ecosistemas vitales. Sin embargo, la magnitud de la inversión requerida, que asciende a 3,3 billones de dólares anuales, subraya la necesidad de una transformación del sistema de deuda global. Al priorizar la acción climática y fomentar la colaboración internacional, podemos generar una recuperación económica que maximice la preservación de los valiosos recursos de nuestro planeta.
